martes, 4 de enero de 2011

Equilibrio en el alambre


Por Miguel Verger
Considero que la victoria conseguida contra el Hércules es de un valor incalculabe por varios motivos que tienen que ver algo más que con la simple operación matemática de sumar tres puntos. Primero de todo, se frena una hemorragia producida por cuatro derrotas consecutivas, alguna más dañina que otra, alguna más inesperada que otra. Esta racha de cuatro derrotas, tres en liga, había rebajado al Mallorca de la zona europea a la segunda página de la clasificación. Y para algunos había temor. Yo levanto la mano. Temor, no porque se pisara el descenso, ni siquiera porque se estuviera cercano a él, pero dentro de de las cualidades que tiene este equipo no creo que se halle la de saber sufrir.
Cada temporada hay un equipo, como mínimo, que acabada la primera vuelta parece sentenciado. Suele pasar esto también en términos contrarios. Casi siempre hay un equipo que, desde una situación cómoda, empieza una trayectoria descendente y no para hasta acabar en el pozo. Y es que es muy diferente pelear por evitar un descenso desde el minuto cero, que verte abocado a luchar por un objetivo que ya dabas por conseguido. Y temí que fuera el Mallorca. Lo temí porque en muchos casos este es un equipo inexperto, con muchas caras nuevas, con un entrenador nuevo e inmerso en una situación incómoda institucionalmente y, al final, todo suma, o resta, en este caso. Ayer el equipo se volvió a situar once puntos por encima del descenso. Sólo un equipo en toda la historia de la liga descendió tras haber tenido semejante diferencia de puntos: el Levante, para mayor gloria del Mallorca, precisamente.
En lo futbolístico, el equipo recuperó la identidad y la fe. Se volvió a sentir un equipo y no una suma de once jugadores. Se volvió a presionar la salida del balón del rival, se volvió a confiar en la asociación y en la circulación, se volvió a ver centrocampistas de banda ayudando a los laterales y a los laterales desdoblando a los centrocampistas de banda, y Martí fue pivote y sólo pivote... Y volvió Víctor. Y si la filosofía es tocar y, más en casa, Víctor tiene que jugar. Si la cabeza le da para ello, que ésta ha sido mi duda en los últimos meses. Porque de su calidad, el cuerpo técnico no duda. Yo tampoco. Víctor vivirá siempre bajo la sospecha de su falta de gol, porque no tiene gol. De su capacidad de sacrificio, incluso. Pero de lo que se ha dudado es de su actitud. Victor hasta ahora podía parecer frió, a veces conformista, pero ha sido rebelde y esto último ha sido su inesperado y grave error. Entiendo que subsanado.
Comentaba antes que el equipo recuperó la identidad. Incluyo a Laudrup. El danés volvió a ser ayer un técnico atrevido y no valoro el atrevimiento en número de delanteros. No. Al menos, no sólo en eso. Laudrup empezó la temporada valiente. Entendiendo por valentía poner a Enrich contra el Madrid. Entendiendo por valentía sacar en ese partido a Pina cuando el cuerpo te pedía no tocar nada. Al menos, nada tan inexperto como Pina.Y todo le fue saliendo bien. Se empató con el Madrid, se ganó a Osasuna y Real Sociedad. Pero un día, llegó el Espanyol. Y el quinto de la liga ganó en el Iberostar Estadi y se empezó a hablar de equilibrio. Palabra que me chirría. Equilibrio fue dar un pasito pa'atrás. Cambio a un sistema más conservador en casa. ¿Qué leches de equilibrio necesita un equipo que ha encajado un gol en cuatro partidos como local? La respuesta, como el amor, está en el aire.
Sin saber yo muy bien por qué, contra el Hércules se volvió al único pivote y a los dos delanteros. Un pasito pa'alante, María. En teoría, se perdía equilibrio. ¿Cuántas ocasiones hizo el Hércules mientras hubo partido? El equilibrio no lo da un hombre, lo da un equipo. Vale, el Hércules no es la Holanda del 74, pero es que el Racing tampoco era la España de 2010 y se llevó los tres puntos. Eso sí, equilibrio hubo. Ni se atacó, ni se defendió. Valentía es salir ayer sin el Chori Castro. Es un mensaje tremendo para el equipo e importante para él. Al equipo le lanzó un guante. El equipo lo recogió y los jugadores se demostraron capaces de vencer y convencer sin el Chori. Ante un eventual traspaso, quizás, eso sea determinante. Y al Chori, más que un mensaje, Laudrup le lanzó la pregunta de si piensa ser jugador del Mallorca hasta que lo traspasen o si ya ha dejado de serlo. El Chori, en el cuarto de hora que estuvo, creo que le respondió afirmativamente a lo primero.
En definitva, victoria balsámica, vital, de normalización futbolística. El Mallorca, dirían algunos, se reseteó y volvió a ser el del inicio. Ahora viene el Almería por partida doble. Si hablamos de la liga, si ganar al Hércules era vital, ganar al Almería sería definitivo. Si eso pasa, si el Mallorca gana, quedarían 20 partidos de los que habría que ganar 5, es decir, un 20%. Dicho así, suena bastante asequible.
Foto: Última Hora

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